miércoles, 4 de febrero de 2009

2- Viento, lluvia... y Murphy

De nuevo hoy la lluvia sería protagonista de la anécdota del día. Y el caso es que no es de extrañar con la cantidad de días lluviosos que estamos teniendo este año; además, la lluvia da mucho juego, moja, y por lo general, cuando moja accidentalmente o sin quererlo, jode.

El caso que nos ocupa hoy fue esta vez a la vuelta del trabajo. Despues de un día bastante soleado, a las 5 empecé a vislumbrar unas nubes negras con muy mala pinta. Cuando fuí a por el coche a las 6 ya caía una buena, y se mantuvo durante todo el trayecto. Menos mal que antes del invierno cambié las escobillas de los limpias... Llego a la cochera, y hasta había cola para entrar. Por suerte (eso existe?), me libré de la anécdota por duplicado... por cierto, otro día os la contaré, ya dije que la lluvia da mucho juego. Bueno, el caso es que lo normal, entré, aparqué el coche, recogi las cosas y me fui. Asomo la cabeza a la calle, y aún llovía bastante, así que abrí el paraguas. Nada más abrirlo, zas, bofetón de aire y paraguas al reves. Lo jodido del asunto fue el crack que escuché. La base del paraguas oscilaba peligrosamente. Opté por cerrarlo y aguantar lo que caía, que iba amainando un poco. Pero tampoco se cerraba, se abría, pero no del todo, ni tampoco se cerraba. Al tercer intento se escapa el mango y escucho zinggg. Vi algo que salió del paraguas proyectado y se estampó (menos mal) contra una valla de una obra. Ahí vi en el suelo retorciéndose un muelle, sin exagerar, de 95 centímetros de largo. Menos mal que a mi lado había una valla y no una persona, si no alguien a estas horas estaba en urgencias.

Total, paraguas que fue un regalo, roto y sin saber si imcompleto o no, viento y algo de de lluvia. ¿Qué mas podia pasar?. Llover mas. Y apretó cada vez mas. En unos 600 metros terminé con las zapatillas encharcadas, pantalones para colgar, y por suerte llevaba el plumón. Ah! y las gafas como salidas de un lavavajillas.

Ya no sé qué prefiero que pase mañana, si que salga el sol o siga lloviendo.

martes, 3 de febrero de 2009

1- Y lloviendo...

Como cada mañana, cojo el coche para ir a trabajar. Resulta algo ya de lo más rutinario, de hecho a la cochera llego siempre a la misma hora... Hoy, como la gran mayoría de los días de este húmedo y frío invierno, llovía. Luces, limpia, etc. Trafico más o menos denso (Granada es pequeña y las calles se llenan pronto), pero fluido. A medio camino escucho un sonido de agua demasiado, intenso, como si llevara algo del coche abierto (maldita manía mía de mosquearme con cualquier pequeño ruidito extraño o desconocido a mi alrededor). Repaso los cristales, todos cerrados. Parece que viene de la parte trasera derecha, así que me da por abrir el cristal para ver si escucho mejor el ruido. Bendita cosa hice... Tras volver a pulsar el botón, el cristal que no se cierra, ni el amago siquiera. En lo que quedaba de trayecto maldije el mecanismo eléctrico y el tener un coche con ventanillas eléctricas. En esos momentos te acuerdas de los coches de antaño con sus infalibles manivelas (reconozco que el resto del año ni lo contemplas...). Por un momento te imaginas el coche camino del taller, con el hueco tapado por un plástico, un presupuesto inflado, una puñalada al monedero. Y encima lloviendo.

Despues de varios minutos, llego al trabajo. Lo primero que hago es bajarme y dirigirme a la puerta en cuestión. La abro, pulso el botón... tampoco sube. Tirón al cristal... Tampoco. Joder joder... Segundo tirón, botón, sube. Respiras como cuando llevas un rato buceando. Por suerte queda, como muchas veces, en un susto. Olvidas el plástico, la cinta y de momento, el taller... otra vez será.

Presentación

Desde hace muchos años, gente de mi entorno, al escuchar anécdotas que me pasaban y cosas curiosas, además de reirse, siempre me decían "Tu deberías escribir un libro".

Bueno, no voy a escribir un libro, de primeras empezaré con un blog, contando cosas que contextualizadas en la cotidianidad resultan al menos graciosas. Con esto consigo dos cosas: desahogarme y que la gente se ría.

Bienvenidos.